EL PLACER DE REZAR
POR  JUAN RAMÓN ÁLVAREZ

Los Ángeles 20 de abril de 2014 (Domingo de Resurrección). Para un creyente liberal como este servidor, las fechas y/o celebraciones específicas de la religión, me producen un gran interés. Lo anterior me acompaña ya por muchos años.

Hoy la fecha es algo grande en el cristianismo pero aunque me cueste trabajo, quiero aprender de observar la práctica de los católicos (como yo). Eh ahí ese gran interés que me acompaña.

Resurrección de Cristo

Resurrección de Cristo

El mismo atractivo me ha llevado a dedicarle tiempo a aprender de otros dogmas sobre todo cuando cursaba la carrera en filosofía y me tomé la libertad de estudiar cuatro semestres en filosofía de la religión. En ese tiempo tuve que ver de cerca al budismo zen, a los musulmanes así como a los judíos. Todo fue interesantísimo. Pero ¿aprender de mi propia práctica?

Toda la reflexión sobre lo anterior en la larguísima misa dominical, me concientizó de la conducta humana acerca de la espiritualidad. Luego eso me llevó a preguntarme “¿por qué el humano tiene el  concepto de Dios en vez de lo opuesto?”

Sin embargo la dedicación que puse en la misa a observar a mis semejantes, no me ayudo lo que yo hubiera querido. No encontré, nunca lo he logrado, la respuesta a la misma cuestión mencionada en el párrafo anterior.

La celebración continuo, llegó la Comunión y durante el trayecto de la banca hasta donde estaban los que dan la hostia y el vino, estuve cantando junto con el resto de los ahí presentes “agnus Dei qui tollis peccata mundi, miserere nobis.” Y en la última estrofa solo cambió a “danos nobis pace.”

Eso, el cantar la alabanza en latín me trasportó a mis tiempos de acólito en la iglesia de San Bartolo en Mezcala. En aquellos años el pueblo no hablaba latín y por lo tanto el padre Arellano nos enseñaba a los monaguillos a contestar claro que lo más esencial, en el idioma de Roma.

Pero la realidad es que la misa no era en Mezcala y no se celebraba en español sino en inglés pues era un suburbio de Los Ángeles California a donde yo acudí a la iglesia, sin embargo el haber cantado en latín “Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros,”  tuvo el efecto que buscaba mi intelecto pero que para mi asombro, me lo estaba proporcionando exclusivamente el corazón. Me sentí raro y bajé la vista caminando sin control.

Unos minutos después, al ofrecerme primero el pan y luego el vino, contesté antes de tomarlos “amen.” Luego al caminar a mi lugar, noté que iba bañado en llanto. No me detuve en mi banca, tomé con mis dedos agua bendita, me santigüé y salí de la iglesia de Santa Margarita María en Lomita California.

Ya en mi auto y mientras todavía me salían copiosas lágrimas, me di cuenta que el concepto de Dios, sencillamente no lo puede manejar mi intelecto si no solo mi corazón. Eh ahí el placer del rezar.

alvarezdmezcala@yahoo.com