Los migrantes necesitan protecciones
Por Anne C. Richard 

Están distribuidos por todo el mundo, pero son miembros valiosos de sus comunidades. Frecuentemente están ausentes, pero sus esfuerzos significan que familias pueden construir viviendas, mandar a sus hijos a la escuela y pagar por atención médica. Y a pesar de los miles de millones de dólares que envían a sus hogares, generalmente son los últimos en recibir ayuda cuando se produce una crisis, no obstante todo lo que sacrificaron.

Se trata de los migrantes del mundo, y en la actualidad su cifra asciende a 232 millones de personas en todo el mundo, cantidad suficiente como para poblar el quinto país más grande del mundo. Sus remesas, que suman un total de casi 550.000 millones de dólares en 2013, potenciarían una economía más grande que la de Noruega o Suecia. Pero cuando viajan al exterior a trabajar y se produce una crisis, ¿quién se responsabiliza por ellos?

La respuesta a esa pregunta no es clara, como se hizo trágicamente evidente durante la inestabilidad política en Libia, y posteriormente a este suceso, en el año 2011. Cientos de miles de trabajadores migrantes se encontraron varados sin opciones en ese país después de haber sido despedidos por sus empleadores y de haberse quedado sin techo, expuestos a la explotación y sin la asistencia o recursos de sus empleadores, gobiernos o las autoridades libias.

¿Por qué fue así? Porque aunque los migrantes desempeñan una función cada vez más importante en la economía mundial, existen pocas estructuras o normas internacionales para ayudarles cuando se produce una crisis.

Hoy es el Día Internacional del Migrante de la ONU, que se celebra el 18 de diciembre de todos los años para reconocer los esfuerzos, las contribuciones y los derechos de los migrantes en todo el mundo. Es un día para hacer hincapié en la urgente necesidad de los países de proteger a estas personas.

Estados Unidos reconoce la importante contribución que la migración ha realizado a nuestra propia economía. Como dijo el presidente Obama, la corriente estable de personas trabajadoras y talentosas que han inmigrado a Estados Unidos en el transcurso de los años “ha convertido a Estados Unidos en el motor de la economía mundial y en modelo a seguir en todo el mundo».

El expresidente, George W. Bush estuvo de acuerdo: “Uno de los principales motivos por el que Estados Unidos se convirtió en potencia principal en el siglo XX es porque le dimos la bienvenida al talento, al carácter y al patriotismo de las familias inmigrantes”.

Si bien a veces nos centramos solo en los aspectos negativos de la migración, como por ejemplo la fuga de talentos o la división de las familias, la realidad es que la migración impulsa el desarrollo económico tanto en el país de origen como en el país de destino. Los países con poblaciones que envejecen y tasas de natalidad bajas dependen del trabajo que proporcionan los ciudadanos trabajadores de todo el mundo.

Pero, además de estos beneficios, también hay riesgos significativos para las personas que viajan al exterior para trabajar. Además de la crisis en Libia, casi todas las crisis (incluido el huracán Sandy en Estados Unidos) han dejado a muchos migrantes en dificultades y varados.

Esto es así porque cuando se genera una crisis, los países de origen a menudo no tienen recursos ni sistemas para asistir a sus ciudadanos en el exterior, y los países destinatarios afrontan dificultades para asistir a sus propios ciudadanos.

¿De qué manera se puede proteger mejor a los migrantes? Esa fue la consigna clave debatida en el Diálogo de Alto Nivel sobre la Migración Internacional y el Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas que tuvo lugar en octubre de este año, en Nueva York. Un resultado de este diálogo fue la noticia de que Estados Unidos y Filipinas, en colaboración con otros gobiernos, organizaciones internacionales y grupos de sociedad civil, dirigirían una iniciativa para abordar este desafío.

El objetivo general de la iniciativa es elaborar una serie de pautas para mejorar la capacidad de los estados y otras entidades de proteger a los migrantes atrapados en países que atraviesan crisis profundas. La clave será, tanto para los países de origen como para los de destino, poner en vigor medidas y recursos específicos para ayudar a estas personas cuando se producen desastres.

No será tarea sencilla, y probablemente tardará años completarla. Por ese motivo, los países deben comenzar a tomar medidas ahora mismo, como por ejemplo exigir a los empleadores que asistan en situaciones de crisis, o crear planes de contingencia con organizaciones internacionales como la Organización Internacional para las Migraciones y asignar a sus embajadas responsabilidades específicas para ayudar a sus comunidades migrantes.

El esfuerzo valdrá la pena. Es lo mínimo que se merecen los millones de personas que contribuyen al desarrollo mundial.