MUERTE Y RESURRECCIÓN
POR JUAN RAMÓN ÁLVAREZ

Los Ángeles 2 de julio del 2014. La revista “Parábola” es una publicación trimestral que se edita en los Estados Unidos. El contenido de la publicación como el subtítulo de la misma lo indica es “Where Spiritual Traditions Meet” (Donde las Tradiciones Espirituales Convergen). Es decir la revista trata temas trascendentales con alto contenido espiritual pero que convergen con lo psicológico.

De ahí escogí un ensayo que trata de la resurrección de Jesús y el hecho de que una vez resucitado, no lo reconocieron ni siquiera sus discípulos. El autor toma su tesis del Evangelio de San Marcos, en él se apoya para sus referencias. El ensayista tiene un corto nombre pues no usa sus apellidos. Se llama sencillamente Adyashanti. El escritor de acuerdo a la misma “Parábola,” radica en San Francisco California.

Para mi gusto, la mejor parte del documento es la siguiente  “…Mientras el tema de la resurrección es milenario, la resurrección de Jesús y su significado, no tienen paralelo exacto en la literatura espiritual, especialmente en contraste con muchas de las formas de espiritualidad oriental donde todo el concepto, es el despertar del mundo que forman el tiempo y el espacio. El propósito en estas formas de espiritualidad (oriental), consiste en brincar hacia afuera del mundo dualístico y trascenderlo en ese sentido, para no volver a reencarnar.

La historia de Jesús, es lo opuesto, Él desciende directamente del Reino de los Cielos, del mundo de la luz hasta llegar a la condición humana. Eso significa que el Espíritu, a raíz del más puro amor, se da a sí mismo al mundo. De esa forma nos muestra que nada está separado de la divinidad, nada es otra cosa que exactamente lo divino. De ahí que la misión de Jesús no termina precisamente en la cruz sino en la resurrección. Él regresa al mundo del tiempo y del espacio.”

El autor continua su interpretación del Evangelio de Marcos y luego de un modo extraordinario, nos explica con mucha destreza psicológica poniéndonos un espejo a los lectores para hacernos de pronto ver la muerte de nuestro propio ego y lo que les espera a los que abrazan la resurrección de su propia humanidad después del aniquilamiento de la egolatría.

Nos dice Adyashanti “la resurrección de uno mismo es algo mucho más silencioso. Cuando el ego se aniquila, se tiene la impresión incluso por algún tiempo, de que uno vive en las cenizas, es decir entre los muertos aunque esto último, no se nos muestra inmediatamente.

Luego parte de esa resurrección toma lugar cuando lo que nos queda, lo que supuestamente sobra de lo que el ego nos hacía creer que éramos, despierta en la cruz (de nuestro sufrimiento) y abre sus ojos y nos dice que solo tenemos un gran corazón el cual ya no tiene interés en deseo humano alguno o la adversidad y ni siquiera le interesa auto trascenderse es decir ir más allá de uno mismo. Todo lo contrario, a ese corazón crucificado, le queda solo compasión por el mundo y sus habitantes.

Esa resurrección es la intimidad del ser (ya  sin ego). De ahí que San Marcos nos dice que al resucitar Jesús, nadie lo conoció ni siquiera sus discípulos. Al humano que le sucede el aniquilamiento del ego y por lo tanto la resurrección que necesariamente le sigue, le pasa también que los suyos no lo reconocen, pues sencillamente ya se es otro.”

Hermosa explicación ¿qué se le puede agregar? Excelente interpretación del Evangelio de San Marcos la que nos muestra el autor Adashanty y que con arte y sobre todo gracia, nos pone el espejo para que entendamos la pasión y muerte de nuestra egolatría, ah pero también lo que necesariamente le sigue, la resurrección de nuestra humanidad.

Por todo lo señalado líneas arriba que es fácilmente entendible, me gustó mucho lo que dice ese autor. Por ello me atreví a  compartirlo con ustedes mis queridos lectores.

Recuerden que sus comentarios son altamente apreciados, gracias.

alvarezdmezcala@yahoo.com