EL CONFLICTO DEL LEÓN Y EL LEOPARDO
POR JUAN RAMÓN ÁLVAREZ

Los Ángeles 12 de abril del 2014. Leyendo sobre la reciente y todavía vigente pugna entre dos políticos panistas de nuestra región, recordé una fábula que aprendí en mis tiempos del posgrado en conflictología en la California State University (campus) Domínguez Hills en Los Ángeles. Los maestros usaban esta parábola para enseñar lo que es el conflicto no resuelto por la profunda necesidad que nos crea y fomenta el ego individual y colectivo.

El cuento va más o menos así: un león y un leopardo llegaron de casualidad al mismo tiempo al estanque donde saciaban su sed todos los animales de esos lugares. Por lo general esas dos especies de gatos tienen pleito cazado y como los dos se tienen tanto recelo, procuran muy apropiadamente, no ir al mismo tiempo a beber.

Pero el hecho es que los dos, se dieron cuenta que el otro estaba ahí tratando de hacer exactamente lo mismo. Y cuando eso sucedió, los dos pensaron “demasiado tarde, ahora a ver en qué topa todo esto.”

Cada uno permaneció impávido sin beber agua, sin mover ni los párpados solo al acecho de que el otro se atreviera a hacer cualquier cosa y entonces pensaban los dos “por fin sabremos lo que parieron nuestra madres.”

Los interminables minutos empezaron a trascurrir dándole paso a las horas. Al mediodía le llegó el atardecer y este, no tuvo más remedio que hacerse a un lado cuando apareció la noche.

La voluntad de acero de los dos aguerridos salvajes, los obligó a quedarse ahí sin mover músculo alguno y claro con el afán de demostrarle al otro que lo que le sobraban, eran güe…nos deseos para lo que el otro gustara mandar.

El tiempo prosiguió inexorablemente, ahí los sorprendió el nuevo día. Al sol no le importó ni “maizn” la querella de los grandes gatos. El astro de todas formas continuó haciendo su trabajo de calentar el planeta y vaya que lo hizo con muchas ganas. Aquel calor emanado de la estrella, fustigó a los rivales haciéndoles pensar que quizá había otra salida aparte de la que su testosterona y su aprendida conducta que su  cultura les había enseñado por tantos años es decir aquello que “primero muerto que vencido.” Digo, los dos parecían alteños por todos lados. Hubo esperanza pero el orgullo pudo más que la voluntad de los dos. Ambos decidieron “tope en lo que tope yo aquí sigo como lo que soy y que no me vengan con cosas.”

Ah pero la falta de agua y luego la inanición los logró debilitar. Los dos, primero se echaron casi al unísono. Luego la misma razón los obligó a ambos a totalmente acostarse incluso poniendo la cabeza en el suelo. “Pero no importa,” pensaron cada uno por separado “aquí me lleva la tiznada pero le demuestro a este jijo que nomás mis chicharrones truenan, que no me rajo aunque me muera en la raya.”

Los dos por fin cerraron los ojos pues la debilidad, la falta de agua y también de alimento habían cobrado la factura respectiva. Curiosamente unos cinco minutos después, los de pronto abrieron los ojos porque el ruido de ciertas aves los obligó a hacer eso.

Los moribundos se percataron que allá arriba volando despacio como dándole tiempo al tiempo, una docena de zopilotes circulaba sobre los dos, sobre los debilitados león y leopardo.

Las aves de carroña sabían que en unos minutos más, tendrían tremendo fiestón al estilo del 29 de septiembre día de San Miguel con abundante carne y solo era menester esperar cinco quizá diez minutos a lo máximo. León y leopardo, terminarían cooperando para los pacientes pajarracos que se alimentan de cualquier despojo disponible. En eso termina un conflicto no resuelto donde el ego individual y colectivo, es parte de nuestra idiosincrasia y casi de nuestro ADN.

Digo que la vigente querella no resuelta es entre dos panistas, solo me falta preguntar ¿en este caso los zopilotes serán los del PRI? Como dice el Evangelio “el que tenga oídos que oiga.”

Amigo lector si su opinión no concuerda con la de su servidor, yo quiero conocer la de usted, gracias.

alvarezdmezcala@yahoo.com